Desde Paraguay, llega la historia de un taxista que con tal de no dejar sola a su perrita, decidió llevarla consigo en sus recorridos.
Originalmente, se supo, esta sería una dinámica de solo un par de días, en lo que se acostumbraba al nuevo turno de su dueño; sin embargo, se convirtió en parte de la rutina diaria.
Así, «Princesa» va en el asiento del copiloto del taxi, algo que se ha convertido en el atractivo del servicio para las calles paraguayas.
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