El periódico The Washington Post publicó ayer que en plena campaña electoral el actual fiscal general, Jeff Sessions, habló dos veces con el embajador ruso, Sergey Kislyak en el momento más duro del ciberataque del Kremlin al Partido Demócrata.
El fiscal negó haber tenido contacto con ningún funcionario ruso “para tratar temas de campaña” y circunscribió sus encuentros a sus tareas como miembro del Comité de Servicios Armados. Sin embargo, en sus comparecencias en el Senado, cuando luchaba por el puesto, sus respuestas evitaron mencionar las conversaciones. Al ser preguntado sobre qué habría hecho si hubiese tenido conocimiento del vínculo de algún miembro de la campaña de Trump con el Kremlin, respondió: “No soy consciente de ninguna de esas actividades. Fui llamado una vez o dos a trabajar en la campaña, y no he tenido comunicación con los rusos. No tengo capacidad para contestar».
Frente a esta respuesta, los demócratas exigieron su recusación inmediata como jefe del Departamento de Justicia e incluso pidieron su renuncia. «Sessions no cumple los requisitos para ser el primer ejecutor de la ley en nuestro país; debe dimitir. Hay que abrir una comisión independiente para investigar las conexiones políticas, personales y financieras de Trump con los rusos«, afirmó la líder demócrata Nancy Pelosi.
La posibilidad de que el ciberataque ruso se hubiese efectuado con conocimiento del equipo del multimillonario encendió varias alarmas en la Casa Blanca, desatando una guerra contra los medios que lideran las investigaciones, The Washington Post y The New York Times, a quienes ha llegado a acusar de “enemigos del pueblo”.
Con información de El País
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