James Bradley, chofer del camión, sabía que la refrigeración no funcionaba

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En el interior del remolque se apiñaron más 90 migrantes y rápidamente la temperatura superó los 50 grados cuando salió de Laredo, Texas, para recorrer 240 kilómetros hacia el norte, a San Antonio.

La gente tomaba turnos para respirar a través de un hoyo y golpearon la estructura y gritaron para llamar la atención del conductor. Luego comenzaron a desmayarse. Cuando el chofer se detuvo en un Walmart de San Antonio, alrededor de la medianoche del domingo y abrió la puerta, ocho personas estaban muertas y dos más fallecerían enseguida víctimas de un intento de traficar inmigrantes que salió terriblemente mal.

Los detalles fueron narrados por un sobreviviente que habló con la prensa y en una denuncia penal contra el conductor, James Matthew Bradley Jr., quien podría enfrentarse a la pena de muerte por las 10 vidas perdidas. ‘‘Después de una hora escuchaba que lloraban, pedían agua. Y yo también sudaba. Toda la gente se desesperaba y después perdimos la conciencia’’, dijo Adán Lara Vega desde la cama de un hospital.

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Bradley, de 60 años, se presentó en la corte federal acusado de transportar a los migrantes para obtener ganancias resultantes en la muerte de personas.

El conductor dijo a las autoridades que el camión había sido vendido y que lo trasladaba para su jefe de Iowa a Brownsville. Después de escuchar los gritos y golpes abrió la puerta y se ‘‘sorprendió cuando vio correr a personas hispanas (sic) y cayó al piso’’, de acuerdo con la denuncia.

Bradley aseguró que sabía que el sistema de refrigeración del camión no funcionaba y que los cuatro hoyos de ventilación posiblemente estaban tapados.

El camión, con matrícula de Iowa, estaba registrado con la compañía Pyle Transportation Inc. El presidente, Brian Pyle, dijo que había vendido el mismo a alguien en México y que Bradley debía entregarlo en Brownsville.

Un pasajero describió la travesía que se inició en México, diciéndoles a investigadores que él y otros cruzaron en una balsa hacia Estados Unidos, después de pagarles a traficantes de personas 12 mil 500 pesos mexicanos, cantidad que incluía protección del cártel de Los Zetas.

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Luego caminaron hasta el día siguiente y abordaron una camioneta pickup hasta Laredo, en donde fueron colocados en el remolque para ser llevados a San Antonio. El pasajero dijo que debía pagarle a los traficantes 5 mil 500 dólares una vez que llegaran.

Con información de La Jornada

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