A 4.600 metros de altitud, sobre un espectacular mar de nubes, se alza el Gran Telescopio Milimétrico Alfonso Serrano, el mayor del mundo en su clase.
El astrónomo Miguel Chávez Dagostino, director científico del GTM, dijo que “Este telescopio representa la mayor inversión en ciencia que ha hecho este país”, asegura.
De las gruesas paredes de hormigón cuelgan pósteres con los principales hallazgos realizados desde que el observatorio comenzó a funcionar de forma aún experimental, con una superficie de recepción de 30 metros, en 2011. Destaca la confirmación de la existencia de G09 83808, la segunda galaxia más lejana que se conoce, y la detección allí de moléculas de agua. La señal se emitió hace más de 12.000 millones de años, cuando el universo aún estaba en su infancia después del Big Bang.
Con un coste de unos 200 millones de dólares, el observatorio comenzará a funcionar a pleno rendimiento el próximo enero. Se especializará en los cuerpos más lejanos, fríos y desconocidos. Las ondas de radio milimétricas “son radiación que viene de zonas muy frías y con poca energía, por ejemplo los discos protoplanetarios de los que luego surgen los planetas. Este telescopio es un instrumento esencial para entender cómo se forman las estrellas y las galaxias”, resalta el astrónomo.
El GTM de Puebla es parte de una red de ocho observatorios que forma un telescopio virtual del tamaño de la Tierra para explorar Sagitario A*, el agujero negro supermasivo que hay en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea.
El proyecto quiere probar si la teoría de la relatividad de Einstein se mantiene intacta en estos violentos entornos y determinar de qué se alimenta un agujero negro cuatro millones de veces con más masa que el Sol.
Con información de El País
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