Ajustes a la justicia

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Al preguntársele a una persona qué espera de una película se puede inferir que la respuesta se compone de variaciones sobre estos temas: personajes interesantes, interpretaciones convincentes, una historia bien estructurada, narrativa ágil, que tenga mensaje… es más bien sencillo, el anticipar lo que la audiencia espera.

Ah, pero la cosa cambia al hablar de una película de superhéroes. Aquí el mensaje suele estar implícito en el género mismo (el bien luchará siempre contra el mal), así que las preferencias saltan por doquier. Hay quienes desean festines visuales llenos de efectos descabellados y secuencias de acción que desafíen la lógica. Habrá quienes prefieren los familiares confines de una historia de origen, con sus pautas bien ensayadas. El tono debe ser heroico como el del Superman de Richard Donner… a menos que sea oscuro e introspectivo como el Batman de Nolan… o relajado y humorístico como el de la reciente película de Thor… o quizá…

No, seamos francos, es muy complicado darle gusto a todo el mundo. Si sumamos los obstáculos adicionales de que el género mismo está experimentando un punto de saturación, o de la sustitución de un director en pleno proceso de realización (ahondaré sobre este tema), se puede entender que el panorama para ‘Liga de la Justicia’ (‘Justice League’, d. Zack Snyder) previo a su estreno no era precisamente halagador. ¿El predecible resultado final? Una película que dos de cada tres críticos desaprueba, pero que resulta francamente disfrutable para el público en general. Intentemos explicar la disparidad de criterios…

La historia comienza con un retrato del estado de ánimo mundial tras la muerte de Superman, ocurrida en ‘Batman v Superman: El origen de la Justicia’ (2016). El panorama es desolador y carente de esperanza, con buena razón. Las cosas se agravan cuando Batman/Bruce Wayne (Ben Affleck) descubre un inquietante patrón de destrucción, provocado por unas extrañas criaturas aladas que parecen haber llegado a la tierra interdimensionalmente.

El plan del billonario Wayne es conformar un equipo capaz de enfrentar la amenaza, por lo que recurre a Wonder Woman/Diana Prince (Gal Gadot) para procurar algo de mano de obra con cualidades heroicas. Bruce se desplaza a un gélido puerto de pescadores donde aparece recurrentemente un tal Arthur Curry, quien responde al nombre de Aquaman (Jason Momoa) para fines de controlar las embravecidas aguas oceánicas y comunicarse con especies marinas. El arrogante monarca submarino se regocija al imaginarse a su “reclutador” vestido de murciélago, pero en un principio rehúsa la oferta de afiliación argumentando que sin Superman no hay mucho por hacer ante un potencial peligro global.

Dicho peligro es revelado en la figura de Steppenwolf (voz de Ciarán Hinds), una criatura con cualidades semi divinas que comanda un ejército de feroces y demoniacas entidades, en busca de unos cubos de energía con poderes incalculables. La motivación es la de prácticamente todos los villanos de las películas de superhéroes: destruir el mundo tal y como lo conocemos, subyugar a la especie humana y mostrar nula disposición al diálogo. Perdón por destacar el último punto, pero me sigue haciendo gracia que esta opción jamás se explore en este género cinematográfico. En fin.

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Steppenwolf primero hace su aparición en la Isla Paraíso, hogar de Wonder Woman y del resto de las aguerridas Amazonas. Ahí queda demostrado el inmenso poderío detrás de sus huestes, mismo que confirma al trasladarse a las profundidades de Atlantis para robar el segundo cubo debajo de las mismas narices del pueblo de Aquaman (quien ahora sí luce lo suficientemente irritado para unirse a la causa de Batman).

Queda un cubo por descubrir, pero antes de ello vemos a Bruce y a Diana reclutando a Barry Allen/Flash (Ezra Miller) y a Victor Stone/Cyborg (Sam Fisher). Ambos personajes obtuvieron sus poderes circunstancialmente, así que se convierten en un vehículo eficiente para enseñarnos la dinámica de pertenecer a un grupo de egos superlativos y de encontrar un lugar propio en dicho entorno. Los guionistas Chris Terrio y Joss Whedon cumplen sin problema con esta asignatura, pues las intervenciones de ambos actores balancean admirablemente la fascinación adolescente con los superhéroes y la genuina aseveración de que son fenómenos cuya existencia misma constituye un problema, toda vez que no se logre controlar tanto poderío.

El secreto mal guardado del filme es que, eventualmente, el dilema sobre la forma de traer de vuelta entre los vivos al malogrado Superman (Henry Cavill) terminará por situar a los miembros de esta incipiente agrupación en distintos bandos, con los respectivos conflictos morales de rigor. Dichos temas tienen que resolverse apuradamente, pues Steppenwolf no luce muy dispuesto a esperar que todos estén listos para enfrentarle en este proceso de dominación global.

Me pregunté constantemente a lo largo de la película (que es francamente entretenida) qué clase de filme esperaba la audiencia al enterarse de que ‘Liga de la Justicia’ estaba por llegar a las salas. Por un lado escuché opiniones de quienes querían un regreso a las disertaciones morales de los ‘Batman’ de Christopher Nolan, pero por el otro me sorprendió la receptividad que tenían muchos ante el tono más relajado que dominan películas como las de ‘Guardianes de la Galaxia’. Sí, por un lado hay que alabar la seriedad de muchas novelas gráficas de primer nivel, ¿pero deja esto lugar al genuino placer kitsch que comunicaban los cómics de nuestra niñez y adolescencia?

La parte que le duele a la película es la búsqueda de consistencia. Circunstancias trágicas a nivel personal apartaron a Zack Snyder de la dirección del proyecto, que pasó a manos de Whedon y su predilección por las interacciones entre protagonistas para conformar una dinámica grupal eficaz. Si bien los estudios afirman que la película se encontraba terminada más allá del 80% cuando Snyder tuvo que dejar la batuta, el producto final se siente más propio del recién llegado que del hombre responsable de la criticada visión de DC/Warner durante los últimos años.

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Admito que leer y escuchar reacciones adversas ante la película en tal proporción me ha sorprendido un poco, particularmente porque la abrumadora mayoría de las reacciones que generó la cinta en su función de prensa (y en charlas posteriores a la misma entre los asistentes) manifestaban una tendencia aprobatoria. Términos como “accesible”, “entretenida”, “ágil” y “satisfactoria” fueron orden del día en ese momento, pero veo que mágicamente muchas de estas posturas se han volcado hacia el lado contrario.

No puedo sospechar nada turbio detrás de dichos juicios, así como no puedo generar que hay cosas francamente desconcertantes en el filme (el villano es una de ellas, con sus atrofiados movimientos en un CGI no muy pulcro). No hay mucho espacio para desarrollar plenamente a los miembros de la Liga de la Justicia, y por ende tampoco abunda para la labor de un elenco de reparto muy respetable. Está claro que nombres como los de Jeremy Irons, Amy Adams, J.K. Simmons, Diane Lane, Connie Nielsen, Joe Morton o Amber Heard merecerían más escaparate, pero las dos horas de duración tienen que fluir.

Y lo logran, mayoritariamente. Admito que mi escepticismo respecto a otra película de DC/Warner se convirtió pronto en una razonable esperanza a futuro tras los primeros minutos de la película. Los héroes más solemnes pierden mucho de la chocante postura mesiánica, los recién llegados cumplen con sus roles sin sentirse forzados, Wonder Woman sigue mostrando aptitudes ejemplares para robar cámara y las secuencias de acción resultan impactantes e ingeniosas. Lo más importante: quiero saber más de estos miembros de la Liga de la Justicia (y de los que están por engrosar sus filas), me importa lo que les suceda y me intriga ver qué pueden lograr en sus películas por separado.

En resumen, confieso haber disfrutado de la película, algo que comparto con casi el 90% de la audiencia. Espero que a la comunidad crítica no le dé por considerar juicios así como motivo de destierro. Si la labor de Joss Whedon fue mucha o poca, no me importa. Si el tono parece similar a las de los superhéroes “de la competencia”, tampoco veo por qué afligirse. Creo que la misión de conformar un equipo en circunstancias adversas y con una personalidad definida se logró. Los ajustes funcionan. Ahora todo es cuestión de construir sobre sus cimientos.

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He dirigido revistas como Men'™s Health, ESPN Deportes y SOBeFiT, pero mi pasión es ver, analizar, diseccionar, eviscerar y disfrutar pelí­culas, tanto en el podcast Finí­simos Filmes como en diversas colaboraciones y columnas. Maté a un hombre en el ring. OK, quizá no, pero serí­a una gran historia'¦

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