Una visión desde la perspectiva de Sigmund Freud hace más de un siglo, hasta el día de hoy.
Tuve la oportunidad de leer un escrito de mi colega y amiga la psicoanalista Luz María Peniche (velapeniche@gmail.com) y le pedí que nos lo compartiera en este portal, pues es una pregunta que todo el tiempo me están haciendo. ¿Qué pensar acerca de la educación sexual? Les comparto a continuación el texto de Luz María:
Inicio citando a Freud (1907) en “La ilustración sexual del niño” donde intenta contestar a las preguntas con respecto a sí se debería o no dar educación sexual a los niños.
“¿Qué se intenta alcanzar negando a los niños tales explicaciones sobre la vida sexual humana? ¿Se teme quizá despertar prematuramente sus intereses por éstas cuestiones antes que nazca espontáneamente en ellos? ¿Se espera que con semejante ocultación encadenar el instinto sexual hasta la época en que sea posible dirigirlo por los caminos que el orden social considera lícitos? ¿Se supone acaso que los niños no mostrarán interés alguno hacia los hechos y los enigmas de la vida sexual si no se atrae su atención sobre ellos? ¿Se cree quizá que el conocimiento que se les niega no habrá de serles aportado por otros caminos? ¿O es que se persigue realmente y con toda seriedad el propósito de que más tarde juzguen todo lo sexual como algo bajo y despreciable, de lo cual procuraron mantenerlos alejados el mayor tiempo posible sus padres y maestros?” (Freud, 1907, p. 1244)
Según Freud lo que impulsa a los adultos a esta conducta de “disimulo” con los niños es mojigatería, culpa e ignorancia. Creen que los niños carecen de impulso sexual y esto es un error, ya que son muy pocos los niños que llegan a la pubertad sin haber pasado por actividades y sensaciones sexuales. Desde la más temprana infancia resultan inevitables ciertos estímulos de los genitales.
El niño aparece perfectamente capacitado para la vida erótica (con excepción de la reproducción) mucho antes de la pubertad, y puede afirmarse que al ocultarle sistemáticamente lo sexual, solo se consigue privarle de dominar intelectualmente aquellas funciones para las cuales posee ya una preparación psíquica y una disposición somática.
Freud propone que el interés intelectual del niño por los enigmas de la vida sexual y su curiosidad sexual, se manifiestan en épocas tempranas. La primera interrogante que surge es la diferencia de los sexos y posteriormente el origen de los niños. Si la respuesta de los padres es un mito o una fábula, hieren el instinto de investigación del niño, así defraudado por primera vez, pierde la confianza en sus padres. A partir de esto desconfían de los adultos y les ocultan sus pensamientos más íntimos.
Asimismo, postula que gran parte de las neurosis se derivan de interrogaciones inconscientes no contestadas.
También comenta “No creo que exista razón alguna aceptable para negar a los niños la explicación demandada por su ansia de saber” (Freud, 1907, pp. 1247)
Menciona que la mejor manera de impedir que un niño llegue a pensar por su cuenta es el engaño en el terreno sexual y la intimidación en el terreno religioso.
Cuando a los niños se les niegan las explicaciones que demandan, prosiguen atormentándose en secreto con tales problemas y construyen tentativas de solución, en las cuales la verdad sospechada aparece mezclada con grotescos errores, o se comunican unos a otros sigilosamente sus descubrimientos, en los cuales el sentimiento de culpa imprime a la vida sexual el sello de repugnante y prohibido.
La práctica general de ocultar al niño el mayor tiempo posible todo conocimiento sexual para otorgarles una media explicación tardía resulta inadecuado. Es necesario que lo sexual sea tratado desde un principio en la misma forma que cualquier otro tema digno de conocer. (Freud, 1907)
Una de las funciones de los padres es la Educación de sus hijos, dentro de ésta educación se encuentra la sexual, sin embargo normalmente es una tarea muy difícil y angustiante, ya que a veces ni los padres tienen bien manejada su sexualidad.
La educación sexual debe ser impartida en el hogar por los padres, desde la infancia temprana, de la misma manera que se da la educación en todas las otras esferas.
Sin embargo, si la educación que se da en casa, fuera además complementada con programas de Educación Sexual en la escuela nuestros niños y adolescentes estarían mucho mejor preparados para vivir su propia sexualidad de una forma saludable, responsable y satisfactoria.
La Educación Sexual debe ser un proceso desde que el niño nace hasta la adolescencia tardía y ambos padres deben estar involucrados, no se trata solamente de darles información sino más bien formación, obviamente esto debe ser complementado en la escuela y con diversos libros.
Los niños aprenden lo que ven y no lo que se les dice por tanto la educación sexual debe ser un proceso de interacción en donde se transmitan actitudes, valores e información con respecto a la sexualidad.
Es importante que el niño tenga el punto de vista masculino y femenino de los diversos aspectos de la sexualidad.
La educación sexual debe ser gradual, ir de lo más sencillo a lo más complejo y no debe de ser una serie de lecciones premeditadas.
Lo más importante en cualquier tipo de educación es ser honesto, no es necesario ser un experto en sexualidad, la honestidad es lo más valioso que un niño puede aprender de nosotros.
“Los niños aprenden lo que viven y lo que ven», por tanto la educación debe ser sobre la base de las preferencias de los padres, siendo siempre honestos y congruentes.
La falta de comunicación entre la pareja y entre los padres e hijos, en materia de sexualidad hacen que perdure el tabú de lo sexual; por tanto la mente y la conducta de las personas deforma de tal manera que impiden una vida sexual sana. El tabú de lo sexual impide con frecuencia que entre los miembros de las familias mexicanas exista un diálogo abierto y franco sobre materia sexual. Así en materia de sexualidad habrá incomunicación, falta de información y escasa o nula educación sexual; por tanto se movilizan conductas clandestinas, complicidades, prejuicios y sobreentendidos que desajustan y obstaculizan una vida sexual equilibrada.
Los hijos recibirán si acaso la educación sexual fuera del ámbito familiar, elaborando y madurando sus conductas sexuales de acuerdo a marcos de referencia extra familiar, aunque reproducen inconscientemente los modelos y comportamientos de sus padres.
Se debe hablar abiertamente con respecto a la sexualidad y sin embargo manifestarle al niño que la sexualidad es un asunto privado.
Las decisiones en materia sexual que tu hijo tome en el futuro están en estrecha relación con la calidad de relación que llevas con él o ella.
Es importante que reflexiones en relación a las siguientes preguntas:
- ¿Cuál es tu estilo de ser padre?
- ¿Tus expectativas son muy altas o muy bajas?
- ¿Lo aceptas y lo amas, pero no le pones límites?
- ¿De que forma puedes crecer como padre?
Asimismo es importante tener muy claras las propias actitudes y valores hacia diversos temas en torno a la sexualidad, recordando siempre que no hay formas de pensar correctas o incorrectas, simplemente hay diversas formas de aproximarse al mundo y a la sexualidad. Nosotros transmitiremos a nuestros hijos lo que nosotros pensamos, creemos y actuamos; pero esto no necesariamente implica que ellos piensen, vivan y actúen cuando sean adultos de la misma manera que nosotros y parte de la salud mental es asumir esto.
Otras preguntas que vale la pena reflexionar son:
- ¿Cómo fue tu educación sexual?
- ¿Ahora ya como adulto, cómo interpretas las actitudes de tus padres hacia la sexualidad?
- ¿Actualmente como adulto que tan confortablemente manejas tu sexualidad?
- ¿Tú pareja y tú hablan libremente sobre cuestiones sexuales?
- ¿Qué piensas con respecto a la homosexualidad?
- ¿Qué actitud tienes hacia la masturbación?
- ¿Crees que una relación sexual debe involucrar amor, o también se puede tener sexo por placer sin estar involucrado en una relación de pareja?
Para poder desarrollar un buen nivel de comunicación con los hijos, primero como padres debemos tener claras nuestras ideas, actitudes y valores en torno a la sexualidad y tratar en la medida de lo posible de deshacernos de mitos, tabúes y falsos pudores que lo único que hacen es limitar nuestra vivencia de la sexualidad.
El ser humano es un ser sexual; en todas las actividades, de alguna u otra manera se proyecta la misma, él negarlo o considerarlo pecaminoso, solamente trae como consecuencia un detrimento en el desarrollo del ser humano.
La expresión sana de la sexualidad así como de los demás aspectos del ser humano es una necesidad, por tanto no poner atención en la formación de alguno de estos aspectos conduce al pobre desarrollo del individuo.
La sexualidad es una parte inherente del ser humano, tan es así que empieza y acaba con nuestra existencia misma, ya que somos seres sexuales desde el momento de la concepción.
No sólo los niños son seres sexuales, también los padres lo son, y también es importante que tengamos una actitud de aceptación y tolerancia hacia nuestra propia sexualidad.
¿Cómo saber cuando un niño esta preparado para recibir determinada información?
– Cuando el niño lo pregunte
-Cuando en casa se está viviendo alguna situación relacionada a la sexualidad
-Cuando en la vida cotidiana se presente naturalmente el tema de la sexualidad.
– Cuando el niño está por comenzar una etapa, o requiera la información aunque no lo pregunte.
No se trata solamente de darles información y prevenirles de lo que puede pasarles, sino más bien que sepan que tienen en quien contar cuando tengan dudas; y a quién recurrir en caso de que surja algún problema o decisión.
La educación sexual en el hogar es una necesidad que no ha tenido respuesta durante muchos años, muchas veces se ignora o se delega la responsabilidad a los sistemas educativos, y por lo menos en nuestro país son muy pocas las escuelas que dan a sus alumnos un buen programa de educación sexual.
En la sociedad actual es de vital importancia que los padres creen un ambiente de confianza e intimidad con sus hijos, respecto a la sexualidad, para que posteriormente desarrollen actitudes y conductas sexuales sanas, esto lo pueden lograr los padres mediante la comunicación, transmisión de valores y creencias, la congruencia, la verdad y acompañando a sus hijos en su desarrollo sexual.
Psicoanalista y psicoterapeuta de adolescentes y adultos. Docente de posgrado y ex coordinadora del Doctorado de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, por su interés en la investigación en temas relacionados al psicoanálisis. Autora de diversos escritos tanto académicos como de divulgación y dos libros: 'Mitos del Diván' y 'La compulsión de repetición: La transferencia como derivado de la pulsión de muerte en la obra de Freud.'
Coautora del libro "Misión imposible: cómo comunicarse con los adolescentes" junto con Martha Páramo Riestra de Editorial Grijalbo 2015