El matrimonio “doble parásito” (Dependiente con dependiente)

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Fabiola y Raúl están casados hace 15 años y tienen 2 hijos de 12 y 10  años. Recientemente Raúl volvió a perder su trabajo, las deudas ya los aplastaron y decidieron irse a vivir a la casa de campo que los padres de ella tienen en Cuernavaca. Ahí no tienen que pagar renta y los demás gastos (agua, predial, luz, gas, la sirvienta y el mozo) lo continuarán pagando los papás de Fabiola. Así ellos sólo tendrán que comprar algo de comida y podrán meter a sus hijos en alguna escuela no muy cara de la zona.

Los hermanos de Fabiola están furiosos, sobra decir, pues poco a poco ella y Raúl se irán apropiando de esta casa que le pertenece a toda la familia y a la que todos tendrían derecho de ir los fines de semana. Ahora resulta que a esta pareja de adultos con hijos los están manteniendo indirectamente ¡los papás de Fabiola!

Este caso es afortunado, en cambio el matrimonio de Martha y Juan no lo es tanto porque no tienen casa de campo y no tienen papás con recursos, así que ellos terminan arrimados en un cuarto, sin dinero, con mil deudas y con Juan bien agarrado de la botella.

A estos matrimonios se les denomina “doble parásito”  pues son matrimonios construidos por dos miembros dependientes: no pueden “nadar”,  y se agarran desesperadamente uno al otro hasta que ambos de hunden. Ninguno de los dos es capaz de tener y mantener un trabajo estable, y hacer que sus ingresos sirvan para lo necesario, para lo indispensable. Siempre están endeudados con amigos y familiares, o con las tarjetas de crédito, a veces compran o invierten en cosas que no pueden terminar de pagar porque no pueden asumir su verdad, viven en la fantasía. Compran coches o televisiones o hacen viajes que no pueden solventar, pues quieren pensar que son como sus padres o como aquellos que los que los rodean. No se adaptan a su realidad.

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Si no tienen medios económicos se hunden en la pobreza más triste, aderezada con problemas de alcohol y otras adicciones, sin posibilidad de hacerse cargo de la renta, los pagos domésticos y mucho menos de sus hijos. El matrimonio es otra carga que no saben ni pueden resolver. Terminan sin dinero, hundidos en la angustia, echándose la culpa mutuamente y responsabilizando a la pareja de las incapacidades del matrimonio. Cada uno espera que el otro se haga cargo de la relación y de la familia pero ninguno puede.

Sin embargo, como los puercoespines no pueden vivir ni muy cerca ni separados.  Se hundirán, pero siempre juntos, llevándose a los hijos al abismo.

Cuando provienen de familias adineradas, han heredado dinero pero son incapaces de cuidarlo, o de cuidar a los hijos. Los abuelos ayudan con los hijos, y también otorgan lo que yo llamo un “sueldo de hijo” que es un salario que excede por mucho el trabajo mediocre que se le pide al hijo o hija realizar. Un paciente mío tenía que ir a cobrar las rentas de las diferentes propiedades del papá, una vez al mes. Como mucho le tomaba un par de días. Por esta labor de dos días (que hubiera podido hacer un mensajero) le daban el sueldo que permitía pagar colegiaturas, su casa, coches, comida, servicio… ¡era ridículo! Claro que este “sueldo de hijo” asegura el control de los padres sobre esta pareja de eternos hijos.

Ricos o pobres, este tipo de pareja terminará en la ruina emocional y económica, dejando a los hijos a la deriva. Se les ha olvidado la ordenanza bíblica: “Dejarás a tu padre y a tu madre.”

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En resumidas cuentas:

  • Son matrimonios que no pueden nadar, agarrándose desesperadamente uno al otro hasta hundirse
  • Son pasivo dependientes
  • Si tienen un origen humilde suelen terminar sin recursos, incapaces de cargar con el matrimonio, hundidos en el alcoholismo, las drogas, la ansiedad y la incapacidad para trabajar.
  • Si han heredado dinero, igual son incapaces de cuidarlo, o de cuidar a los hijos.
  • Proyectan sus inadecuaciones al otro hostilmente, responsabilizándolo de las incapacidades del matrimonio
  • Presentan síntomas neuróticos defensivamente y altos grados de ansiedad
  • Como los cactus o los puercoespines de Schopenhauer, no pueden vivir ni cerca ni separados
  • Cada uno espera que el otro se haga cargo de la relación y de la familia pero ninguno puede

Si vienen de familias con dinero se ven adicionalmente incapacitados por las expectativas y los ideales familiares

 

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Psicoanalista y psicoterapeuta de adolescentes y adultos. Docente de posgrado y ex coordinadora del Doctorado de la Asociación Psicoanalí­tica Mexicana, por su interés en la investigación en temas relacionados al psicoanálisis. Autora de diversos escritos tanto académicos como de divulgación y dos libros: 'Mitos del Diván' y 'La compulsión de repetición: La transferencia como derivado de la pulsión de muerte en la obra de Freud.'

Coautora del libro "Misión imposible: cómo comunicarse con los adolescentes" junto con Martha Páramo Riestra de Editorial Grijalbo 2015

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