Como les prometí la semana pasada, hoy continuaremos con el tema de los límites que nos explicaba la psicoanalista y especialista en niños y adolescentes Rosario Salgado[1]:
En la edición pasada hablamos de lo que son los límites educativos y el por qué son importantes en el desarrollo del niño.
Esta semana les daré unas ideas para implementar límites eficientes en casa.
Dado que no podemos emprender ningún proceso de mejora, sin tener conocimiento de nosotros mismos y de nuestros hijos, lo primero es hacer un examen concienzudo y honesto de nuestros sentimientos, dinámicas y procedimientos, a fin de tener un punto de partida real.
Un buen ejercicio es escuchar las inquietudes y opiniones de los diferentes miembros de la familia; recordemos que siempre es mejor preguntar en vez de suponer, y estar abiertos a escuchar las respuestas de nuestros hijos. Es muy probable que nos llevemos sorpresas, si les preguntamos sin enojo, qué es lo que sienten y qué es lo que les pasa.
En segundo lugar, es importante que sepamos que existen límites inamovibles (como el respeto, las reglas básicas, etc.), límites flexibles (como ciertos horarios en fin de semana, por ejemplo) y límites accesorios (como el juguete que quieran usar). A partir de ahí podemos diseñar nuestro plan de acción.
A continuación, para concretar este plan, es muy importante que las diferentes autoridades del niño estén de acuerdo en los límites inamovibles, a fin de crear un ambiente consistente que no confunda al pequeño.
Respecto a las indicaciones que damos a nuestros hijos, estas deben ser realistas (acordes a la edad del niño), claras, concretas y específicas, procurando evitar abstracciones y conceptos vagos, tales como “tienes que ser generoso”, “esperamos que seas bien portado”.
Otra idea muy importante es fijar los límites con antelación y no esperar a implementar consecuencias en un momento de enojo, ya que en estas circunstancias, es probable que perdamos la proporción entre la falta cometida y consecuencia impuesta.
Es muy relevante que tomemos en cuenta que poner un límite no equivale a señalar lo que el niño “no” puede hacer; también ponemos límites cuando reforzamos, elogiamos y resaltamos las buenas conductas.
Y si un límite no es señalar lo negativo, mucho menos lo es gritar, denigrar, ni hablar con “rollos”. Acciones así sólo le demuestran a los niños que hemos perdido el control.
Finalmente, recordemos que la educación es un “que hacer” de todos los días. Es muy importante que consideremos que debemos ser firmes, constantes y perseverar en nuestro esfuerzo. Confiando en que lo que hacemos es lo correcto, y teniendo en mente que las semillas sembradas y cultivadas en buena tierra no germinan y florecen de un día para otro.
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[1] Psicoanalista adherente de la Asociación Psicoanalítica Mexicana; Maestra en psicoterapia psicoanalítica general; Maestra en psicoterapia psioanalítica de niños y adolescentes; Directora de Grupo Caltia Psicología. rosariosalgado@grupocaltiapsicologia.com
Psicoanalista y psicoterapeuta de adolescentes y adultos. Docente de posgrado y ex coordinadora del Doctorado de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, por su interés en la investigación en temas relacionados al psicoanálisis. Autora de diversos escritos tanto académicos como de divulgación y dos libros: 'Mitos del Diván' y 'La compulsión de repetición: La transferencia como derivado de la pulsión de muerte en la obra de Freud.'
Coautora del libro "Misión imposible: cómo comunicarse con los adolescentes" junto con Martha Páramo Riestra de Editorial Grijalbo 2015