¡Adiós a las computadoras! Hay que dejar que los niños se aburran

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Little boy is bored waiting to open his birthday presents. White background.

La influencia de la tecnología, el juego y el aburrimiento en el funcionamiento mental de los niños.

Le pedí a mi amiga y colega psicoanalista que nos escribiera algo sobre su último libro, “Entender las emociones” (Ed:Grijalbo), que presentaremos este sábado 23 de abril en la Asociación Psicoanalítica Mexicana a las 11:00 am. Están cordialmente invitados pero, antes, no se pierdan este escrito que les dejamos a continuación:

Hace poco leí un artículo de Victoria L. Dunckley  en donde comenta que hoy en día el problema más común con los niños y los adolescentes  es que están alterados, revolucionados;  por un lado muy irritables, con explosiones de ira o agresión y por otro lado letárgicos y apáticos. Estos niños crónicamente irritables están en un estado de hiperexcitación que los hace parecer como electrificados y cansados, es decir agitados y cansados al mismo, tiempo. Este estado de híper excitación les afecta la memoria, la capacidad de vincularse y en ocasiones tienen problemas académicos y/o sociales.

A estos niños se les esta diagnosticando con depresión, trastorno bipolar y trastorno por déficit de atención, dándoles el respectivo tratamiento farmacológico y psicológico, sin ningún resultado positivo y continuando la espiral hacia abajo.

¿Qué está pasando?

Según comenta Dunckley, no se está viendo una de las raíces del problema. Ella propone que, haciendo una dieta de aparatos electrónicos, un “Ayuno digital” por varias semanas, el sistema nervioso central se reorganiza y así mejora la cantidad y calidad del sueño, mejora el estado de ánimo, potenciar la organización mental, aumentan los periodos de atención y la capacidad de concentración, aumenta la tolerancia al estrés y a la frustración y por tanto las rabietas y berrinches disminuyen en frecuencia y severidad. Los niños tienen más juego, más actividad física y más capacidad de conectarse consigo mismos y con los demás, regresa la imaginación, la creatividad y la conducta auto dirigida y autorregulada.

Después de este ayuno el padre y el psicólogo determinaran cuanto tiempo el niño puede tolerar los aparatos electrónicos sin que los síntomas regresen.

Restringir los electrónicos no necesariamente es la solución final, pero evidentemente si ayuda. Pero ¿Por qué el “ayuno electrónico” es tan efectivo?

Los cerebros de los niños aun en desarrollo son muy sensibles ya que provoca hiperexcitacion y conductas compulsivas. El aprendizaje más importante del ser humano se da a través de un vínculo con un ser humano y a través de la observación y la imitación, por tanto, pasar mucho tiempo frente a un ordenador o aparato móvil, limita el desarrollo y el aprendizaje real en los niños y adolescentes.

Los aparatos electrónicos producen alteraciones del estado de ánimo por las siguientes razones:

  • Altera el sueño y desincroniza el reloj biológico.
  • Desensibiliza el sistema de retroalimentación y recompensa cerebral creando conductas adictivas y letargia.
  • Produce reacciones cerebrales de estrés crónico por lo tanto provoca irritabilidad y hiperexcitabilidad, que a su vez nubla la capacidad de pensar y razonar.
  • Se inunda el sistema sensorial, se fractura la atención y agota las reservas mentales. Así las rabietas y berrinches se vuelven un mecanismo de descarga muy necesario.
  • Se reduce la actividad física que es necesaria para el desarrollo de los niños y para la regulación del nivel de neurotransmisores encargados del placer.

¿Qué hacer?

En primer lugar, limitar lo más posible el tiempo que los niños pasan frente a un monitor o aparatos móviles.

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En segundo lugar, permitirles jugar y jugar con ellos.

El juego es el vehículo más importante para el desarrollo cognitivo e intelectual del niño, además de ser el medio para desarrollar habilidades sociales. En los juegos los niños aprenden también a manejar y procesar sus emociones.

El juego simbólico (role playing) tiene un lugar especial, ya que modela el comportamiento del niño, tanto con otros niños como con adultos.

Es tan importante el juego en el desarrollo de los niños que los terapeutas lo utilizamos para la psicoterapia. Para los niños, el juego es un lenguaje; en algunas ocasiones, el solo hecho de jugar con él hace que un niño mejore de manera importante su conducta y su estado de ánimo.

Cuando seguimos el interés del niño, su curiosidad y gozo, se fortalecen su confianza y expectativas, puesto que lo proveemos de una respuesta aprobatoria. La inteligencia del niño se nutre y se fortalecen su creatividad y sus habilidades para comunicarse y solucionar problemas.

Jugar con nuestros hijos promueve el desarrollo y refinamiento de sus habilidades sociales porque aprenden a crear narrativas interpersonales y emocionales más complejas.

El juego interactivo propicia un ciclo de interacción positiva, antídoto para el círculo vicioso de crítica y desafío. Compartir afectos positivos y juego responsivo es el equivalente psicológico de una buena nutrición, lo que evidentemente dará inmunidad psicológica a nuestros pequeños.

El juego social empuja a los niños a prestar atención a las reglas que gobiernan el episodio del juego y les enseña que tras toda interacción social hay ciertas normas. Así, es muy importante que nuestros niños tengan oportunidad de participar en juegos sociales o simbólicos, ya que ahí ellos inventan sus propias reglas y esto los estimula a poner atención en el significado subyacente a toda interacción social.

Es necesario descubrir las reglas de la interacción para poder ser aceptados en cualquier situación social. Por ejemplo, al estar involucrados en una conversación, debemos tener varias habilidades: escuchar, tomar turnos para hablar, hacer comentarios apropiados en un buen momento, etcétera. Si estamos hablando con alguien que constantemente voltea a ver el reloj, interpretaremos que no tiene mucho interés. Esas habilidades se adquieren en la infancia a través del juego con adultos y con otros niños.

En varios estudios se afirma que la capacidad de los padres para jugar con sus hijos y para guiar sus interacciones de acuerdo con las necesidades de los niños propiciará un apego seguro y una buena capacidad para socializar y empatizar.

Hoy en día, el materialismo sustituye al juego. Me he encontrado con muchos niños que coleccionan juguetes y siempre tienen el último producto de moda, pero no juegan con ellos. La tecnología, los juegos electrónicos y todo lo novedoso han venido a sustituir el juego. En mi opinión, estos juegos electrónicos deben limitarse; su uso por parte de los niños debe estar controlado para que tengan oportunidad de hacer otras cosas, como participar en juegos sociales donde haya modelamiento e intercambio afectivo y social.

En resumen, tenemos que jugar con nuestros hijos y no relegar esta importante responsabilidad a otros, un niño que tiene padres que juegan con él, tiene una ventaja emocional importante sobre los niños cuyos padres no juegan con ellos. El tipo de juego es lo de menor importancia, jugar y que ambos se la pasen bien es el objetivo.

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¿Qué más se puede hacer?

Dejarlos que se aburran y aprendan a entretenerse ellos solos, usando su imaginación y creatividad.

El aburrimiento nos motiva a buscar más estimulación o tareas más complejas, a soñar despiertos, a crear. No obstante, en la actualidad la mayoría de los niños no saben entretenerse solos; es como si los padres hubiéramos asumido una nueva tarea: entretener a nuestros hijos.

Parte importante del desarrollo psicológico de los bebés es la capacidad de hallarse a solas con su madre y explorar, jugar y entretenerse por sí mismos. Conforme los niños crecen, esa capacidad se expande en tiempo y en complejidad; este espacio mental da pie a la creatividad, a la ensoñación, a la capacidad de entretenerse uno mismo. Hoy en día, con tanta estimulación externa, videojuegos, celulares y demás aparatos electrónicos, damos poco tiempo para que los niños aprendan a manejar su ocio, lo que también forma parte del desarrollo emocional: la capacidad de estar solos sin sentirnos solitarios, que seamos una compañía agradable para nosotros mismos.

Manejar el tiempo libre y el ocio es una de las habilidades importantes que debemos tener, poder estar con nosotros mismos y entretenernos solos. Los niños no necesitan una agenda completa de actividades, por la mañana ir a la escuela y por la tarde clases de piano, de baile, de francés, de mandarín, de guitarra, yoga, etc. Una o dos clases extracurriculares son suficientes y poder contar con tiempo libre, sin ningún tipo de estimulación electrónica para aprender a divertirse, entretenerse y crear, si no les damos a los niños la oportunidad de tener estos ratos de ocio, estaremos propiciando niños incapaces de autorregularse, de entretenerse y divertirse por ellos mimos, serán dependientes de un televisor, de un videojuego o de una computadora para poder sentirse acompañados, entretenidos y satisfechos.

 

Lectura adicional:

Luz Maria Peniche Soto. (2015) Entender las Emociones. Una guía para criar hijos sanos y seguros. Editorial Grijalbo: México.

https://www.facebook.com/LuzMariaPenicheSoto/?ref=aymt_homepage_panel

Victoria L. Dunckley  (2015)  Reset Your Child’s Brain: A Four-Week Plan to End Meltdowns, Raise Grades, and Boost Social Skills by Reversing the Effects of Electronic Screen-Time. New World Library: California

Y los invitamos a la presentación del libro “Entender las Emociones”

Comentaristas: Alexis Schreck, Aurora Romano y Sandra Vargas.

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Psicoanalista y psicoterapeuta de adolescentes y adultos. Docente de posgrado y ex coordinadora del Doctorado de la Asociación Psicoanalí­tica Mexicana, por su interés en la investigación en temas relacionados al psicoanálisis. Autora de diversos escritos tanto académicos como de divulgación y dos libros: 'Mitos del Diván' y 'La compulsión de repetición: La transferencia como derivado de la pulsión de muerte en la obra de Freud.'

Coautora del libro "Misión imposible: cómo comunicarse con los adolescentes" junto con Martha Páramo Riestra de Editorial Grijalbo 2015

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