¿Qué son los ritmos circadianos?

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Y finalmente, llega ese día del año que Andrés odia con toda su alma:

El domingo en que los relojes se atrasan una hora y comienza el horario de invierno en la mayor parte del país.

Algunos dicen que ganamos una hora, pero Andrés sabe que a partir de este momento su vida, su cuerpo y su estado de humor sufrirán cambios bastante desagradables.

Antes de dormir, cambia la hora en el reloj digital y viene el primer desencanto: En lugar de dormir a la una de la mañana, ahora son las 12. Bueno, eso no es tan malo porque en teoría podrá levantarse más temprano y hacer que le rinda más el domingo.

Al abrir los ojos, Andrés ve un sol intenso colándose por la ventana y piensa:

-“Dios, parece que ya se me fue toda la mañana y apenas son las 7”.

Después de un regaderazo, un desayuno ligero y de estrenar un pants que se compró en su último viaje a Nueva York, Andrés sale rumbo al supermercado para comprar la despensa de la semana.

Y viene el segundo desencanto del nuevo horario: Un hueco en el estómago le indica a Andrés que ya es hora de almorzar.

-“¡Pero si apenas son las 11 de la mañana!”, piensa Andrés.

No… es muy temprano para almorzar. Lo malo es que esa molestia continúa hasta que saliendo del supermercado no aguanta más y abre una bolsa de papas y la devora con ansiedad.

El tercer desencanto ocurre cuando al llegar a su departamento ya es muy tarde para almorzar, además de que las papas le quitaron el hambre, pero también es demasiado temprano cuando llega la hora de la comida.

Para evitar sufrir por ese detalle, Andrés prefiere tomar una pequeña siesta y levantarse con más energía para preparar la comida y terminar algunos pendientes de trabajo.

Sin embargo, cuando Andrés despierta a las 5:30 de la tarde se da cuenta que el sol se ha ocultado casi por completo. Una flojera inmensa se apodera de su cuerpo y la mente le dice que ya es demasiado tarde para comer, aunque también es algo temprano para cenar.

Andrés recuerda que con el horario de verano esta hora era perfecta para trabajar un poco y después tirarse en la cama a ver televisión, pero algo en su interior le dice que como ya casi está oscureciendo la hora de dormir se acerca.

Su sentido del deber le indica que se ponga a trabajar, pero su cerebro comienza a producir melatonina y Andrés empieza a bostezar.

Y como si esto no fuera suficiente, mañana se enfrentará a otro gran problema con el horario de invierno y su reloj biológico:

Por asuntos de trabajo debe viajar a España y regresar en dos días, cuando seguramente la diferencia de horas, el vuelo y su cuerpo que aún no se acostumbra al horario de invierno lo harán sufrir aún más.

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En este periodismo de vida, la historia de Andrés es un ejemplo de lo que muchos experimentan con los cambios de horario.

¿Cuántos de los que me escuchan esta mañana preferían el horario de verano? O por el contrario, ¿cuántos deseaban que se terminara y llegara el horario de invierno?

Esa sensación de agrado o desagrado, la dificultad para adaptarse a los cambios y la resistencia que nuestro mismo cuerpo presenta es algo que tiene que ver directamente con los ritmos circadianos.

¿Y qué es eso de ritmos circadianos?

Pues nada menos que los cambios físicos, mentales y de conductas que siguen un ciclo diario. Y que tiene que ver directamente con la luz y la oscuridad en el ambiente.

Por ejemplo, dormir por la noche y estar despierto en el día es parte del ritmo circadiano relacionado con la luz.

Estos ritmos están presentes en la mayoría de los seres vivos: humanos, animales, plantas y algunos microbios diminutos. Y la ciencia que los estudia se llama cronobiología.

Otra manera de conocer los ritmos circadianos es por el llamado reloj biológico, que es el dispositivo de tiempo natural de un organismo, encargado de producir ritmos circadianos y regular su programación.

Un reloj biológico se compone de moléculas específicas: las famosas proteínas. Interactúan en las células de todo el cuerpo, ya que se encuentran en casi todos los tejidos y órganos.

El reloj principal en el cerebro coordina todo los relojes biológicos de un ser viviente al mantenerlos sincronizados. En los seres humanos este reloj principal es un grupo de aproximadamente 20 mil neuronas que forman una estructura llamada núcleo supraquiasmático o NSQ.

El NSQ se encuentra en el hipotálamo del cerebro y recibe información directa de los ojos. Por eso las señales del ambiente, como la luz del día, puede activar o desactivar los genes que controlan la estructura molecular de los relojes biológicos.

Lo anterior explica por qué los ritmos circadianos pueden influir en los ciclos de sueño y vigilia, en la secreción hormonal, los hábitos alimentarios, la digestión, la temperatura corporal y otras funciones importantes del organismo.

Un ritmo irregular se relaciona con afectaciones médicas crónicas como el trastorno del sueño, obesidad, diabetes, depresión, trastorno bipolar y trastorno afectivo estacional.

Pero si hay algo que afecta gravemente nuestros patrones de sueño es el reloj principal del cuerpo que controla la producción de melatonina, la hormona que origina que nos dé sueño.

¿Y cómo ocurre esto? La luz que entra por los nervios ópticos, transmite información de los ojos al cerebro. Cuando hay menos luz, como en la noche, el reloj principal le dice al cerebro que produzca más melatonina.

Por eso cuando estamos frente a la pantalla del celular o una tablet, no logramos dormir porque le estamos enviando información equivocada al cerebro, como si esa luz fuera de día.

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Las personas que viajan por diferentes zonas horarias sufren desajustes en los ritmos circadianos. Por ejemplo, si viajan en dirección este de California a Nueva York, pierden 3 horas, pero para su reloj biológico sigue siendo la misma hora. O más simple, el caso de Andrés y de muchos con el cambio de horario de verano a invierno.

Para la ciencia médica es importante conocer todo esto porque así se generan tratamientos para los trastornos del sueño, la obesidad, algunos problemas mentales y el desajuste de horario de los que viajan con frecuencia.

Por eso, retomando el tema del horario de verano y de invierno, en este periodismo de vida te pregunto: ¿Qué prefieres? ¿Levantarte con más luz y que oscurezca más temprano o Amanecer aún con oscuridad y que anochezca más tarde? ¿Te afecta el cambio de horario?

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