A petición de las carcajadas del equipo de este portal, les narraré la historia de la Pelusa:
-Mami, ¿yo compro el hámster y tu lo demás?
-Sí, claro.
Hámster $20.00
Aditamentos $790.00
Días después, la Pelusa sonriente empieza a cojear…
-¡Mamaaaá! La Pelusa camina chueco… ¡Qué barbaridad! ¿Y ahora? Veterinario, radiografía, medicamento, nueva jaula para que no se mueva tanto… Total de la atención médica: $470.00
-Pobre Pelusa mamita, ¿se va a morir? -No hijita, haremos lo posible para que camine bien, pero –pienso- ¡pinche Pelusa! ya duele la inversión.
Y lo inverosímil: en el trayecto de regreso a casa la ratoncita “desvalida”, se sale de la cajita en la que la llevaron al doctor: -Señora, le informo que el hámster se salió de donde lo traía y está… está en el tablero de su coche. -¿Quee?, ¡no inventes! ¿Cómo? ¿Y si se come el plástico, si se muere ahí y empiece a apestar? ¡Uts!, pues lleva el coche a que le desmonten el tablero y saquen al animal… ¡Qué cosa!
-Mamita, ¿por qué no llega Pelusa?
-Están sacándola del tablero del coche, ¡ahí se metió!
-Pobrecita mamita…
Y la mamita ya muy encabritada por el gasto de la Pelusa de 20 pesos, no contempla el ramalazo del desmontaje del tablero en la agencia: $2,500 pesos. ¿Queeeeé?
Por fin llega la Pelusa, blanca como ella a casa. La reciben como si fuera un refugiado. Cuánto amor y cuánto apapacho. -¿Ves mami? qué gusto que la compré, mira que bien está. – Pues sí, pero quiero que sepas que he venido “invirtiendo” mucho en ella y ese dinero no lo tenía contemplado, van más de 3 mil pesos. -Mamá, ¡No lo puedo creer! Lo único que te importa es el dinero. -La Pelusa es tan linda, está viva, ¡mira cómo juega!
La mamá incomprendida, gastada y tachada de materialista, la niña contenta y la pinche Pelusa… Amaneció muerta a los tres días. Nada más eso me faltaba, ¿y mi dinero?
Ahora la niña chillando, la mamá traumada, el tablero del coche flojo y la Pelusa… tiesa. Con honores enterramos el hámster en el jardín, cerca de un arbolito, a manera de abono futuro.
Moraleja:
1.- No tengas animales que por muy pequeños, no puedas cuidar.
2.- No transportes animales fuera de sus jaulas, el costo puede ser caro.
3.- Las agencias de coches aprietan los tableros una vez, pero dos no.
4.- Permite que tus hijos se frustren. Resolver a ese “costo” no beneficia a nadie.
La venganza de la Pelusa:
Domingo Familiar: Vamos a plantar tomatitos, cada quién agarre su tierra, sus macetas y sus semillas. En el montón de tierra de mi maceta ¡apareció Pelusa!… Tiesa… ¡Ahhhhhhh! Qué susto. Mis tomatitos nunca se dieron.
Más moraleja:
5.- No le hagas mal a nadie, no vaya a reencarnar en hámster y te “cobre” lo hecho.
6.- Siembra con tierra nueva, no le quites el “abono” a otras.
7.- La pelusa se pega y a veces ¡no hay forma de quitártela! Elige bien el nombre de tus mascotas no vaya a ser que se vuelva realidad.
Si me preguntas por un hámster siempre diré: ¡Pinche Pelusa!
Hola, soy Fernanda Familiar, Fer para ti.
Esta es tu casa digital, donde para mí es un placer recibirte para informarte de contenidos actuales, noticias y muchas historias, mismas por las que me llaman: la ’periodista de vida’.
Te comparto que junto con mi equipo de trabajo, haremos nuestro mejor esfuerzo para que tengas una experiencia memorable en esta navegación digital. Este espacio para mí representa un compromiso y una responsabilidad porque eres mi invitada o invitado de lujo.
Mi día a día es una locura: voy del programa de radio en Grupo Imagen, a encontrarme con miles de personas en una conferencia, grabo los Fernanda Talks Home, atiendo mi casa y a mis hijos; de ahí a dar una plática para una empresa, entrevistar a alguien, escribir un poco para editar otro libro... Alguna vez me dijo Héctor Bonilla que yo me había tragado una turbina, y ¡sí! Vivo intensamente feliz a este ritmo, desde hace más de 30 años y, lo mejor, es que todavía tengo mucho que aprender, mucho por hacer, decir y compartir contigo.
Tu casa digital es visitada mensualmente por 4 millones de personas que encuentran algo en común, por eso son una comunidad que me permite unirles; porque tenemos los mismos valores, principios y porque sabemos que, en este espacio, ¡somos más los buenos!
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