¿Recuerdas cómo han sido las elecciones presidenciales en México?
Hoy que estamos haciendo historia nuevamente después de la jornada electoral de hace unas horas, es importante realizar un recuento de cómo es que nuestro país ha vivido el día después a una elección presidencial.
Para aquellos que nacieron en la década de los 80 la palabra “fraude” cada 6 años es algo que empezó a perpetuarse en los medios de comunicación, a causa de las declaraciones de los partidos vencidos y de la opinión pública.
Pero en la historia de la democracia mexicana, las denuncias por fraudes electorales se remontan más allá de los años 80. Para empezar está el movimiento armado más grande del México independiente que estalló cuando Francisco I. Madero denuncia la reelección ilegítima de Porfirio Díaz.
En ese año de 1911, la negativa para revisar las boletas electorales y verificar el proceso provoca que varios grupos se levanten en armas y convoquen a unas elecciones extraordinarias, en las que Madero es elegido presidente de México.
En 1929 José Vasconcelos -quien había sido Secretario de Educación Pública- denuncia un fraude electoral en su contra, en el cual sale como presidente de la República Pascual Ortiz Rubio -mano derecha del ex presidente Plutarco Elías Calles.
Siguiendo el ejemplo de Francisco I. Madero, Vasconcelos intenta iniciar una revuelta con el “Plan Guaymas” para derrocar a Ortiz Rubio, pero la sociedad civil no responde a su llamado y decide salir del país.
El siguiente escándalo ocurre tras el gobierno de Lázaro Cárdenas, en 1940. Manuel Ávila Camacho resulta presidente electo, pero uno de sus contrincantes -Juan Andrew Almazán- denuncia un proceso fallido y con sospechas de fraude.
Nuevamente, el denunciante no logra impugnar los resultados y el sexenio continúa sin interrupciones. Hasta que en las siguientes elecciones de 1952 es elegido Adolfo Ruiz Cortines, quien también se enfrenta a acusaciones similares en su proceso electoral.
Y ahora sí, llegamos al que muchos recuerdan como el fraude electoral más conocido de la historia en México. En 1988 inicia el periodo presidencial de Carlos Salinas de Gortari, bajo la sombra de que horas después de concluida la jornada electoral del 6 de julio de aquel año, hubo una pausa en el flujo del conteo de los votos.
Esta información que daba el Colegio Electoral -función que cumplió la Cámara de Diputados- se detiene y pronto se corre la voz de que “se cayó el sistema”. Entonces, Salinas de Gortari es proclamado presidente de la República cuando parece que los votos aún no terminan de contarse.
Esa noche los otros 3 candidatos presidenciales -Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Clothier y Rosario Ibarra- denuncian un fraude electoral ante la Secretaría de Gobernación, dirigida entonces por Manuel Barlett.
Fuera de las movilizaciones sociales, protestas e intentos de revocar el resultado, lo único que verdaderamente cambió fue la transformación del Frente Democrático Nacional -que representaba Cuauhtémoc Cárdenas- a lo que actualmente conocemos como Partido Revolucionario Democrático, el PRD.
A raíz de este escándalo, el 11 de octubre de 1990 comienza a funcionar el Instituto Federal Electoral (IFE), como el primer órgano del Estado responsable de planear y verificar los procesos electorales de México.
En 1991 se instituye el empleo de la credencial de elector como único documento oficial para votar. Y finalmente, en 1994 se inaugura la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), como una manera de resolver los problemas del pasado.
Para 2014 una reforma constitucional rediseña el IFE y le da carácter nacional con el objetivo de homologar y asegurar la efectividad de los procesos electorales a nivel local y federal. De esta forma se transforma en el Instituto Nacional Electoral (INE).
El Consejo General del INE, compuesto por 11 ciudadanos que elige la Cámara de Diputados, tiene cuatro objetivos principales:
- Organizar la elección de los dirigentes de los partidos políticos (si éstos así lo solicitan).
- Garantizar la difusión de las campañas de los candidatos independientes.
- Verificar que haya 2% de la lista nominal, para solicitar que se lleven a cabo las consultas populares y realizar todo lo necesario en cuanto a organización, cómputo de votos y declaración de resultados.
- Y finalmente, fiscalizar los recursos de los partidos políticos a nivel federal y local en forma expedita, es decir, en el transcurso de las campañas y no una vez que terminen.
Aún con las nuevas medidas y reforzamiento al proceso electoral, dos casos recientes volvieron a presentar acusaciones por fraude. Ambas denuncias fueron presentadas por el mismo candidato a la presidencia: Andrés Manuel López Obrador.
En las elecciones de 2006 sale ganador Felipe Calderón. Según las gráficas del IFE, Calderón recibió el 35.89% de los votos totales, frente al 35.31% de los que obtiene López Obrador. Por lo que la Fepade declaró válida la elección de Felipe Calderón.
La otra denuncia fue en 2012 en contra de Enrique Peña Nieto, quien obtuvo el 38.21% de los votos y Andrés Manuel López Obrador el 31.59%. Las acusaciones se fundaron en el financiamiento ilícito para la campaña del PRI y en el reparto de tarjetas bancarias entre los representantes de casilla.
En esa ocasión también la Fepade declaró válida la elección.
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