¿Te gusta la lucha libre? ¿Sabes cómo llega a nuestro país y por qué se convierte en un espectáculo 100% mexicano?
Las primeras funciones de lucha libre llegan a México a mediados del siglo 19, justamente durante la intervención francesa. A lo largo de varios años se establece como una exhibición de corte deportivo que proviene del extranjero y realmente no pasa nada trascendente con esta disciplina
Sin embargo, en las primeras décadas del siglo veinte renace el furor por la lucha libre cuando un hombre llamado Enrique Ugartechea se empieza a conocer como el primer luchador “hecho en México”. También otros luchadores como Conde Koma, León Navarro y Kawamula se convierten en grandes leyendas del ring.
Hasta ese momento, los empresarios que organizan espectáculos de lucha libre en México son extranjeros. Estamos hablando de Giovanni Relesevitch, Antonio Fournier y Constant Le Marin. Y son estas peleas las que inspiran a Salvador Lutteroth para dar el paso que lo convierte en el llamado “padre de la lucha libre nacional”.
Ex teniente de la Revolución Mexicana, don Salvador Lutteroth siente una fascinación impresionante por las exhibiciones de lucha libre a las que asiste. Por eso es que en el año de 1933 -mientras Adolfo Hitler toma el poder en Alemania- Lutteroth funda la Empresa Mexicana de Lucha Libre, hoy conocida como el Consejo Mundial de Lucha Libre.
El primer cartel de esta nueva empresa también inaugura la Arena México, el 21 de septiembre de 1933. Incluye a Ciclón Mackey -un famoso luchador irlandés-; a Bobby Sampson; y a Yaqui Joe -anunciado como “el único luchador mexicano campeón del mundo. La entrada costaba un peso.
Originalmente, la Arena México tenía una capacidad para unos 4 mil asistentes. Pero debido al rotundo éxito de las peleas, don Salvador Lutteroth se ve obligado a ampliarla y remodelarla. El 27 de abril de 1956 abre sus puertas la Nueva Arena México, ya con capacidad para 17 mil personas.
Los años de formación de la lucha libre mexicana también tuvieron otras sedes históricas que recuerdan los aficionados más veteranos, como la Arena Coliseo y el Embudo de Perú 77. Se trata de una época en la que surgen cada vez más luchadores con un personaje único para que la gente los identifique.
Las máscaras surgen como una manera de ocultar la identidad de los luchadores, volviéndose al mismo tiempo en un símbolo muy popular que origina otra costumbre, la de apostar la máscara. Si un luchador pierde, tiene que quitársela y no puede volver a usarla jamás.
¿Pero por qué afirmamos que México crea su propia lucha libre? Por los elementos culturales y el colorido en que los luchadores basan sus personajes. Por ejemplo, el Santo es el más exitoso de aquella época y está inspirado en una figura religiosa popular. El fiel compañero de Tinieblas -Alushe- es un duende maya -un alux-.
También se desarrolla un estilo muy mexicano de pelear y esto se debe a que los mexicanos son más pequeños de estatura que los luchadores extranjeros. Entonces las llaves se hacen a ras de piso, las cuerdas se empiezan a utilizar para impulsarle y esto a su vez origina espectaculares maniobras aéreas.
Otro elemento que adquiere la lucha libre en México es la eterna batalla entre el bien y el mal, en la que surgen los dos bandos históricos de “los rudos” y “los técnicos”. Lo rudos representan la trampa, la transgresión de las reglas y de ganar sin importar los medios. Los técnicos representan el respeto a las reglas, el juego limpio y el honor.
La teatralidad de la lucha libre con estas dos fuerzas opositoras del bien contra el mal es una clara referencia a otro espectáculo también cien por ciento mexicano: las pastorelas. Y es precisamente esta dramatización lo que nos gusta presenciar entre estos dos bandos.
Para los años 60, la lucha libre mexicana vive su época de oro. Los luchadores son vistos como verdaderos ídolos del pueblo. Aparecen en espectaculares, en anuncios de televisión, como figuras de acción y llegan hasta la pantalla grande en una infinidad de películas.
Algunas de estas cintas ganan premios en el extranjero, como las películas del Santo que en Francia son exhibidas actualmente como cine de arte. En 1965 es exhibida en el Festival de San Sebastián de España la película más famosa del Santo fuera de México, “Santo contra las mujeres vampiro”, filmada en 1962.
Desafortunadamente, en las siguientes décadas la popularidad de la lucha libre decayó lentamente y en los años 90 se incorpora una nueva liga que revitaliza en cierta medida este entretenimiento, la Triple A.
Hoy en día la Arena México sigue abierta y las funciones de lucha libre son una opción entre muchos jóvenes para iniciar la noche los fines de semana. Pero en la memoria de México quedan los nombres que hicieron posible aquella época dorada de la lucha libre: el Santo, Rayo de Jalisco, Blue Demon, el Perro Aguayo, Rey Misterio, Octagón, La Parka, Místico y Mil Máscaras, entre muchos otros.
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