En la Ciudad de México existe un recinto sobre Avenida Reforma, llamado Auditorio Nacional, pero también conocido por todos como “El Coloso de Reforma”.
Un centro de espectáculos donde se han presentado los más grandes artistas de México y de todo el mundo; desde Luis Miguel hasta el Bolshoi, pasando por Alanis Morissette, Michael Bublé, Plácido Domingo, Liza Minnelli, Raphael y Robbie Williams, entre muchos otros.
Pero lo que para muchos significa un lugar de entretenimiento y cultura, originalmente fue concebido para albergar otro tipo de actividades donde el estiércol, las herraduras y las cuatro patas serían los protagonistas y dueños de la pista central.
La historia del Auditorio Nacional comienza con un caballo tuerto de nombre Arete, nacido en el año de 1938 en un modesto rancho de los Altos de Jalisco llamado “Las Trancas”. Un alazán tostado, de esos que brillan como bronce y que bautizaron Arete por una hendedura natural en la oreja izquierda.
Unos 10 años después, Arete es vendido a un regimiento de Jalisco, hace binomio con los oficiales y es incorporado al equipo de saltos. Se convierte en un mito porque libra saltos de más de 1.80 metros que otros caballos no pueden.
Fama que finalmente llega a oídos del teniente coronel Humberto Mariles, que ganaba premios ecuestres en Estados Unidos en ese momento. Así, un día de enero de 1948, Mariles llega al Club Hípico Francés buscando sustituir a su fie caballo Resorte, considerado uno de los más veloces del mundo, pero que ya entraba al final de su carrera.
Mariles observa que Arete no es más rápido que Resorte, pero sí salta más y tiene mucha más potencia. Y aunque por un defecto orgánico fue perdiendo la vista del ojo izquierdo, Arete es elegido por el teniente coronel para ser su nueva cabalgadura en las próximas Olimpiadas de Londres en 1948, las primeras después de la Segunda Guerra Mundial.
En tan solo 7 meses, Mireles convierte a Arete en un caballo de competencia olímpica. Pero surge un gran inconveniente. El presidente de México por aquellos años, Miguel Alemán, cita al teniente coronel en su oficina y le dice tajante:
-“El viaje a Londres se cancela. Tú no vas a representar a México con ese caballo tuerto. Es imposible que ganes y no nos vas a dejar en ridículo.”
Mireles siente que sus 12 años de trabajo en competencias hípicas se van a la basura y hace algo que nadie en su sano juicio se hubiese atrevido: se va sin permiso, haciéndose responsable de las consecuencias.
La gira previa a las Olimpiadas inicia en febrero de 1948, pasando por Nueva York, Toronto, Italia, Suiza y Londres, donde Mireles gana 5 de 6 pruebas y obtiene un rotundo éxito al conquistar la prueba más importante de fuerza en el “Concorso Ippico Internazionale”, en Italia. Victoria por la que el equipo ecuestre es recibido por su santidad el Papa Pío 12, el 10 de mayo.
Pero antes de semejante honor, una orden de aprehensión los esperaba en Roma, por los cargos de desacato, peculado y deserción. Orden que cuando la noticia de su triunfo dio la vuelta al mundo fue cancelada inmediatamente y el indulto presidencial no tardó en llegar con todo su apoyo para las Olimpiadas.
Al llegar a México, en lugar de ser reprendido, Mireles recibe la noticia de que el presidente Miguel Alemán dona los terrenos aledaños al Campo Marte para promover en ellos actividades ecuestres en un espacio techado, con caballerizas, habitaciones para los caballerangos, un granero y un teatro principal.
La estructura de hierro remachado es erigida con la misma técnica empleada en la Torre Eiffel, y el proyecto es de los arquitectos Fernando Parra Hernández, Fernando Beltrán Puga, Fernando Peña Castellanos y Óscar de Buen. La inauguración se lleva a cabo el 25 de junio de 1952, a pesar de que aún no se termina la obra, pero se realiza la Convención Mundial del Club de Leones.
Unos 6 meses después con el cambio de gobierno, el nuevo presidente Adolfo Ruiz Cortínez anuncia su política de austeridad y las obras del Auditorio son suspendidas. En 1953 empieza a funcionar la Unidad Artística y Cultural del Bosque. Entonces, el granero de las caballerizas se acondiciona como teatro circular y se convierte en el actual teatro El Granero.
Esa actividad cultural se extiende al edificio principal y los trabajos de edificación concluyen en 1955, pero en lugar de llamarse Auditorio Municipal, como estaba planeado, se bautiza como Auditorio Nacional. Durante 3 décadas funciona como sede de ferias comerciales, actos políticos y sociales, certámenes internacionales de belleza e incluso juegos Olímpicos.
Y es a finales de los años 80, cuando el recinto es rebasado por el tiempo y el Instituto Nacional de Bellas Artes, el Consejo Nacional para la Cultura y el Departamento del Distrito Federal establecen un convenio de cooperación para remodelarlo, bajo la visión de los arquitectos Teodoro González de León y Abraham Zabludovsky.
A los 18 meses, se reinaugura en 1991 el Auditorio Nacional, con la capacidad para satisfacer cualquier requerimiento de la industria del entretenimiento. Desde entonces, ha presentado conciertos, espectáculos, artistas, grupos y compañías nacionales y del extranjero. Manteniéndose en los primeros 5 lugares entre los mejores 100 del mundo destinados a espectáculos en vivo.
El Auditorio Nacional ha obtenido lol más altos honores de publicaciones con prestigio internacional como Pollstar y Billboard. Recibió el Pollstar Award como mejor recinto internacional en 2003. Y 4 años después el Billboard Touring Award en la misma categoría.
Con una capacidad para 10 mil personas, el Auditorio Nacional alberga también las esculturas Escenario 750, de Vicente Rojo; y el mural Teorema inmóvil, de Manuel Felguérez. En su interior se encuentra un órgano monumental, el famoso OMAN, que incluye aproximadamente 15 mil 600 flautas.
En la explanada están emplazadas las esculturas La luna, de Juan Soriano; y Tres figuras áureas, de Teodoro González de León. Además, al final de las escalinatas está el paseo de la fama con vaciados en acero y huellas de las manos de algunos de los artistas que se han presentado en el Auditorio Nacional. A un lado tampoco podemos olvidar el Lunario, diseñado para conciertos íntimos de aproximadamente mil personas.
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