Derecho a una muerte digna

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-“Debo ser la única persona que le cae mal a la muerte.”, dice con sentido del humor, don Ovidio González Correa.

Y es que el 22 de junio, después de un doloroso trayecto hacia la clínica, entre la tristeza por la próxima partida y las calles impregnadas de optimismo porque ese mismo día jugaba Colombia contra Argentina, don Ovidio recibe la desalentadora noticia:

“La Asociación Colombiana de Radioterapia Oncológica, durante un comité con un oncólogo, un psicólogo, un abogado y un radioterapeuta decide que no está claro que el paciente reúna todos los requisitos para recibir la eutanasia.”

El zapatero ateo, de 79 años, ha hecho de su rostro el símbolo de la lucha por una muerte digna.

Ese rostro consumido casi en su totalidad por el cáncer, ha dado la vuelta al mundo en los noticiarios que cubren el primer caso de eutanasia en América Latina, el 26 de junio de 2015.

La historia de don Ovidio se resume así:

En el año 2010 le diagnostican cáncer en la boca. Tras una intervención quirúrgica, pierde parte de un hueso del lado izquierdo de la cara. Después vienen sesiones de radioterapia y quimioterapia.

Sobra decir que estéticamente queda deformado y emocionalmente golpeado, pero no se deja hundir y es ese mismo humor ácido el que lo ayuda a continuar la lucha contra el cáncer.

Don Ovidio sigue con su vida en el eje cafetero de Pererira, criando vacas y caballos. En continuo monitoreo, también vuelve a su oficio de zapatero, al lado de su mujer y sus cuatro hijos.

Pero a principios de 2015, el cáncer regresa.

En febrero de ese mismo año, don Ovidio dice “¡basta!”. Le pide al oncólogo que ya no siga las sesiones de quimioterapia.

Ahora el tumor le rompe la parte izquierda de la cara, el cachete. El dolor es intenso y no cesa ni un solo segundo. Cada vez que intenta hablar el sufrimiento se multiplica. Se alimenta recostado y únicamente con líquidos. De los 81 kilos que pesaba, termina en 48.

El hijo mayor de don Ovidio es el reconocido caricaturista colombiano, Julio César González “Matador”. Y es a él a quien su padre le dice un día:

-“Quiero la eutanasia. Yo sé para dónde voy y no quiero ser un guiñapo en una cama, como mis hermanos o varios de mi familia que también tuvieron cáncer.”

El 20 de abril se autoriza la eutanasia. Parece que el cielo escuchó a don Ovidio y aprovecha esa oportunidad para solicitarla en la clínica Oncólogos de Occidente, en Pereira. Según los médicos y la ley, don Ovidio reúne los requisitos:

“Ser el mismo paciente quien solicite la eutanasia, estar en perfectas condiciones psíquicas y padecer un cáncer terminal.”

Después de la interrupción del martes pasado, por fin el jueves 26 de junio de 2015, don Ovidio ingresa a la clínica. El mismo comité que dudó la semana pasada, ahora da el visto bueno.

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El proceso consiste en una sedación para luego aplicarle un fármaco que le daría el descanso tan deseado, sin ningún sufrimiento. Y así, don Ovidio deja de sentir ese horrible dolor que le hacía insoportable cada segundo de su existencia.

En el periodismo de vida de hoy, recordamos el primer caso de eutanasia que se realizó en América Latina, el de don Ovidio González Correa, en Colombia, hace 2 años en 2015.

Es un referente importante de señalar, ahora que precisamente en este año se aprobó en la Asamblea Constituyente, el Artículo 11 de la nueva Constitución para la Ciudad de México, que entrará en vigor a partir de 2018.

Este artículo legaliza por primera vez el derecho a una muerte digna y dice textualmente:

“Este derecho humano fundamental deberá posibilitar que todas las personas puedan ejercer plenamente sus capacidades para vivir con dignidad. La vida digna contiene implícitamente el derecho a una muerte digna.”

A partir de entonces, el tema de la famosa “eutanasia” ha despertado infinidad de posturas y comentarios, a favor y en contra.

Pero, ¿qué creen?

Desde hace mucho ya existe en México la Ley de Voluntad Anticipada que permite a las personas manifestar ante notario su deseo de no someterse a tratamientos que prolonguen su vida cuando ésta sólo pueda ser sostenida por vía artificial.

Cualquier otra circunstancia en el que alguien se dé muerte es calificado como suicidio y se aplican sanciones a quienes hayan auxiliado o inducido a la persona a esta muerte. O en el peor de los casos, se califica de homicidio si alguien más es quien le quita la vida al paciente.

Pero antes de continuar con el tema de la Voluntad Anticipada, es necesario aclarar la diferencia entre este derecho y la eutanasia. ¿En qué son diferentes? Porque suelen usarse como sinónimos, pero no son lo mismo.

La Voluntad Anticipada permite a toda persona manifestar de forma libre y consciente su decisión sobre la forma en que quiere ser tratada médicamente ante enfermedades terminales y accidentes.

Indicando así su decisión de no someterse a tratamientos y/o procedimientos médicos que propicien el uso innecesario de medios e instrumentos para mantenerla viva en caso de ser enferma en etapa terminal.

Por otro lado, la Eutanasia es la acción y omisión que acelera la muerte de un paciente desahuciado, con o sin su consentimiento, con la intención de evitar sufrimiento y dolor.

En México, las entidades en donde existe esta ley de Voluntad Anticipada son Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Colima, Ciudad de México, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Nayarit y San Luis Potosí.

¿Cuáles son los requisitos para tramitar el documento de Voluntad Anticipada?

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Se puede solicitar en los hospitales o directamente con un notario.

En algunas entidades, se necesita presentar testigos.

Ser mayor de 18 años.

Estar en pleno uso de sus facultades mentales.

Elegir un representante y un representante sustituto.

Presentar identificación oficial vigente del solicitante, representantes y testigos.

Elegir la manera en que deseamos pasar nuestros últimos años o si queremos vivir en determinadas circunstancias por una enfermedad terminal o un accidente, es un derecho que todos tenemos y que como tal podemos hacer uso de él.

Finalmente, la muerte digna es una decisión muy personal y respetable.

Y sobre esta decisión es que hoy te pregunto: ¿Tú qué prefieres? ¿Hacer uso de ese derecho a la Voluntad Anticipada o no? Escríbeme a las redes sociales de QTF y comparte tu opinión.

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