Ciberdelincuentes

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Parada en la puerta de su casa, Luz María agita la mano, despidiendo a sus dos hijas que suben al autobús del colegio.

Después de ver cómo el transporte da vuelta en la esquina, suspira aliviada.

“Por fin, cinco horas sólo para mí”, piensa Luz María.

No se trata de una mala madre, al contrario. Ama con locura a sus gemelas.

Y como las ama tanto, se esmera en darles la mejor educación, la mejor alimentación y la mejor vida posible para verlas felices. Lo que claro, cuesta, y cuesta mucho dinero en estos días.

Por eso, Luz María dedica todas las mañanas a su negocio de representación de artistas plásticos, entre los cuales se encuentran los escultores y pintores mexicanos más reconocidos a nivel mundial.

En sus actividades cotidianas, Luz María contacta las embajadas de diversos países y las galerías más importantes, donde sabe que sus representados pueden vender su trabajo.

Todo lo hace por medio de internet. Esa herramienta maravillosa que le permite ganar muy buenos ingresos, sin salir de casa.

Ni siquiera necesita utilizar el teléfono, porque prefiere hacer videoconferencias y utilizar el correo electrónico.

Hoy es un día como cualquiera. Luz María se sirve un café y enciende la computadora.

En la bandeja de entrada hay más de 30 correos. Uno de ellos dice: “Gran oportunidad de negocios”. Siente curiosidad y lo abre.

En ese momento, sin que ella lo sepa, un programa oculto comienza a instalarse en el sistema operativo de su computadora.

Luz María lee el mensaje y no duda en mandarlo a la papelera, porque claramente se trata de esas ofertas engañosas donde sólo intentan sacar dinero.

Lo que no esperaba es que a los diez minutos de seguir trabajando, mientras navega por internet y sigue contestando correos, algo cambia su rutina de manera contundente.

De la nada, una ventana aparece en la pantalla de la computadora con un anuncio que dice: “Ooops, tus archivos han sido encriptados. Si quieres recuperarlos, tienes 3 días para enviar 400 bitcoin o serán eliminados permanentemente”.

En ese momento, Luz María se convierte en otra víctima del famoso virus llamado “WannaCry” que azotó al mundo hace menos de un mes.

***

¿Recuerdan hace tres semanas este virus que invadió las computadoras de las empresas más importantes de al menos 150 países?

El “WannaCry”, que efectivamente hizo llorar a más de mil personas que recibieron una terrible noticia este pasado 12 de mayo, cuando sus archivos fueron secuestrados por los ciberdelincuentes.

Así como escuchamos en las noticias que los secuestradores se llevan a una persona, así mismo ocurrió, pero con la información guardada en las computadoras de empresas gubernamentales y privadas de varios países.

Europa y Asia fueron las regiones más afectadas por este virus. La información de hospitales, fábricas de autos y hasta el ministerio del interior ruso, fue secuestrada.

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¿Y como es que esto pasó? Se preguntarán ustedes. Pues con el simple hecho de abrir un correo, donde estos delincuentes ocultaron un programa que en automático se instala y comienza a operar para encriptar sus datos, sus archivos, toda su información.

Aquí es donde viene la pregunta que todos nos hacemos: Si a un secuestrador de personas, se le sigue con pistas, hasta que lo encuentran y meten a la cárcel… ¿Cómo se captura a un ciberdelincuente?

Pues de manera similar. Se buscan pistas en los correos, en las páginas que contagiaron la computadora. Se investiga si el responsable no está escondiéndose para atacar de nuevo, revisando si estos delincuentes no siguen teniendo acceso, si esa puerta por la que entraron sigue abierta.

Gracias a la cooperación mundial en materia de crímenes informáticos de la Convención de Budapest, investigadores de la Europol, junto con el FBI, Scotland Yard y funcionarios de seguridad de Rusia y China se dedicaron a perseguir a los creadores de WannaCry.

Esta unión hace posible que se lleve a cabo el equivalente digital de una persecución en la calle, pero por las redes internacionales.

Imaginemos un sobre con ántrax. El ántrax equivale al virus WannaCry y el sobre en el que viene es lo mismo que el correo electrónico. Eso es lo que los investigadores cibernéticos examinan para encontrar a los culpables.

Pero hay un gran problema… Estos secuestradores digitales piden el rescate con una moneda virtual llamada “bitcoin”. La cual no está regulada por alguna institución central. Las transacciones con bitcoin son anónimas y se realizan con claves secretas, convirtiéndola en la ficha de cambio perfecta para estas actividades ilegales.

Los investigadores revisan si la dirección desde la que enviaron el correo electrónico está vinculada con alguna cuenta de redes sociales o se ha utilizado en algún otro crimen cibernético. También se fijan en posibles errores o estilos determinados en el código de programación. Pero sobre todo la ubicación desde la cual se retiran los fondos exigidos.

Para acabar pronto, se trata de una red criminal tanto o más organizada que una banda de asaltantes o narcotraficantes.

Y así como los bancos y empresas gubernamentales fueron atacados, también hay casos como el de Luz María. Como te puede ocurrir a ti, o a mí. A cualquier persona que hace uso de la red.

Por eso es que hoy hablamos de esto. Recuerda que lo que te importa a ti, me importa a mí. Que estos hechos parecen muy lejanos, pero ya están aquí. A un click de distancia y tan peligrosos como una situación de robo de identidad, de fraude bancario, y hasta de amenazas virtuales.

Debemos estar muy alertas de los correos electrónicos que nos llegan y no identificamos la cuenta como conocida. De los programas que descargamos en internet. Saber que cada día los delincuentes perfeccionan e inventan nuevas maneras de hacer daño. Pero que también cada día nos unimos más en contra de ellos.

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La información es una de las herramientas más poderosas en contra de estos ataques cibernéticos. Por eso hablamos de estos temas. Porque nos importas, porque queremos contribuir a formar una comunidad donde todos nos cuidamos, donde nos damos la mano.

Porque somos una comunidad de mexicanos unidos. Porque descubrimos que juntos somos poderosos, somos propositivos, somos un México de rifados que hacen muchas cosas por mejorar su país. Donde, como siempre digo, y no me cansaré de repetirlo: somos más los buenos.

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Mi día a día es una locura: voy del programa de radio en Grupo Imagen, a encontrarme con miles de personas en una conferencia, grabo los Fernanda Talks Home, atiendo mi casa y a mis hijos; de ahí a dar una plática para una empresa, entrevistar a alguien, escribir un poco para editar otro libro... Alguna vez me dijo Héctor Bonilla que yo me había tragado una turbina, y ¡sí! Vivo intensamente feliz a este ritmo, desde hace más de 30 años y, lo mejor, es que todavía tengo mucho que aprender, mucho por hacer, decir y compartir contigo.

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